La consecuencia económica más destacada fue el cambio de la hegemonía mundial, pues por primera vez desde el siglo XV, la primera potencia mundial era una nación no europea: Estados Unidos, país cuya infraestructura no había sido dañada por la guerra.
En cambio, las naciones europeas sufrieron importantes pérdidas durante el conflicto. Francia perdió cerca de un 30% de su riqueza nacional; Inglaterra perdió el 32%; Italia, el 26%; Alemania, el 22%. El país más perjudicado de la posguerra fue Alemania, ya que las indemnizaciones lo hicieron retroceder en su desarrollo, que hacia 1914 estaba a la altura de EE.UU.
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